martes, 30 de abril de 2013

De los derechos humanos a los derechos ciudadanos

Acá va un fragmento de un artículo de Jordi Borja que recoge bien el reto de la actualización de los derechos humanos en el momento actual:

De los derechos simples a los derechos complejos

La tipología de derechos simples heredados por la tradición democrática, tanto liberal como socialista, del siglo XVIII hasta ahora es insuficiente para dar respuesta a las demandas de nuestra época. Para facilitar la comprensión de lo que entendemos por derechos complejos (mejor que decir de cuarta generación) los presentaremos de forma casuística, sin pretender que los siete tipos que exponemos sean los únicos o los más importantes:

Del derecho a la vivienda al derecho a la ciudad. No es suficiente promover viviendas "sociales", ya que puede ser una forma de fabricar áreas de marginalidad. Hay que hacerlas integradas en el tejido urbano, accesibles y visibles, comunicadas y monumentalizadas, en conjuntos o áreas diversas socialmente, con actividades que generen ocupación y servicios. Y sobre todo, con espacio público de calidad.

Del derecho a la educación al derecho a la formación continuada. La educación convencional obligatoria no garantiza la inserción social y profesional. ¡Y tampoco la universitaria! Hay que plantear al derecho universal (es decir, para todos los que lo necesiten) una formación continuada que "ocupe" y "genere" ingresos incluso en los períodos de cambio de actividad o de lugar de trabajo.

Del derecho a la asistencia sanitaria al derecho a la salud y a la seguridad. Las causas que afectan hoy a la salud y al bienestar son múltiples: estrés, drogadicción, accidentes de circulación, alimentación, violencia familiar, delincuencia urbana, etc. El sistema hospitalario y la red de centros asistenciales son importantes, pero es una respuesta muy insuficiente si no se inscriben en un sistema más complejo de prevención, vigilancia, asistencia personalizada y represión de las conductas que afectan a la salud y a la seguridad del conjunto de la ciudadanía.

Del derecho al trabajo al derecho al salario ciudadano. Es cierto que el derecho al trabajo es hoy un derecho "programático", que las autoridades públicas no pueden garantizar, e incluso las políticas públicas son menos eficientes que en el pasado para crear o promover puestos de trabajo. Razón de más para ampliar este derecho hacia el concepto de "salario ciudadano", entendido en cualquiera de las acepciones que se han propuesto actualmente por la doctrina social y económica: salario para todos desde el nacimiento, o solo a partir de la mayoría de edad, o aplicable en períodos de no trabajo, o a cambio de trabajo social, etc.

Del derecho al medio ambiente al derecho a la calidad de vida. El derecho al medio ambiente con frecuencia se entiende exclusivamente desde una perspectiva preservacionista y de sostenibilidad. La calidad de vida va mucho más allá. Entiende el medio como protección, recalificación y uso social no solamente del medio natural, también del patrimonio físico y cultural. Y la calidad de vida como posibilidad de desarrollarse según las orientaciones personales de cada uno, puede incluir derechos tan diversos como la privacidad, la belleza, la movilidad, la lengua y la cultura propias, el acceso fácil a la administración, etc.

Del derecho a un status jurídico igualitario al derecho a la inserción social, cultural y política. Es evidente, y lo hemos tratado antes, que no han desaparecido las exclusiones legales. El solo hecho de que haya una ley de extranjería ya es una prueba de la existencia de una población discriminada, y la aceptación tácita de población "sin papeles" (para facilitar su sobrexplotación) un escándalo de "capitis diminutio" legal hacia un sector cada vez más importante de la población. Pero unificar, igualar el estatus legal de todas las poblaciones que conviven en un territorio, es importantísimo. Pero no suficiente. Hacen falta políticas de acción positiva para promover la inserción y el reconocimiento social de las poblaciones discriminadas, las de origen extranjero, pero también las que sufren algunas deficiencias o handicaps físicos o mentales, los niños, o los ancianos, etc.

De los derechos electorales al derecho a una participación política múltiple, deliberativa, diferenciada territorialmente, con diversidad de procedimientos y mediante actores e instrumentos diversos. Es una paradoja que al mismo tiempo que todo el mundo reconoce la devaluación de los parlamentos y otras asambleas representativas en tanto que las instituciones de gobierno y de bajo nivel de prestigio de los partidos políticos, nuestras democracias otorguen casi el monopolio, o en todo caso el rol principal sobre cualquier otro, a la participación política mediante elecciones de asambleas y partidos políticos. Actualmente hay un desfase entre una doctrina y múltiples prácticas sociales de democracia participativa, deliberativa, directa, etc. Y la resistencia de las instituciones políticas y de los partidos con representación en los órganos de poder para legalizar y generalizar formas de participación política más ricas que las estrictamente electorales.

Todos los derechos citados implican, evidentemente, los deberes correspondientes por parte de sus titulares, sin los cuales los derechos pierden eficacia para el conjunto de la ciudadanía. El derecho a la ciudad supone el civismo y la tolerancia en el espacio público, el derecho a la formación continuada supone el esfuerzo individual para asumirla, el derecho a la calidad de vida supone un conjunto de comportamientos para respetar el derecho de los demás, etc.

Para una visión más global del tema, consultar aquí.

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