sábado, 14 de junio de 2014

Maldito mundial

Esta mañana en el metro escuchaba a un grupo de adolescentes comentando sobre el Mundial de Brasil 2014. Pero no hablaban del partido por venir, ni del jugado el día anterior: hablaban de las protestas de la población brasileña, de las miles de familias expulsadas en proceso de remodelación de las sedes, de los costes desbordados de este evento... En realidad no es algo nuevo, ya Barcelona aprovechó las Olimpiadas del 92 para reorganizar su territorio y expulsar o arrinconar a las familias con menos recursos y darse un buen lavado de cara. Cambian las formas concretas, pero no la intención última que viene animando estos eventos desde hace ya mucho tiempo. Lo interesante es que ahora parece que hay una mayor conciencia de ello. Un primer paso.

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