Viernes Santo: un grupo de indios de religión sijh acompañan la celebración del Vía Crucis de l@s que hemos ido a celebrar la Pascua a Ceuta. Realizan cruces de madera que llevan con orgullo durante todo el camino. Posiblemente sin pretenderlo actualizan de manera literal este pasaje: en su trayecto hasta Ceuta han sido perseguidos, encarcelados, vejados, golpeados… Crucificados una y mil veces.
Me pregunto qué significarán estas cruces para ell@s. Desde el respeto nos acompañan. Quizás se trata simplemente de eso, de acompañar, de caminar junt@s. Saben que nos necesitan y que les necesitamos. Que no hay más opción que compartir camino para avanzar hacia la utopía de amor que el Dios en el que cada un@ cree, que en el fondo es el mismo, promete.
Y junt@s vamos. Compartiendo símbolos y vida.
Sábado Santo: en la celebración de la Pascua de Resurrección, nos encontramos sin esperarlo con creyentes de cuatro religiones diferentes: musulmanes, carismáticos, sijh, católicos.
Y sin embargo el espíritu que flotaba en la sala era común. La alegría del habernos encontrado, el agradecimiento mutuo, el deseo de mantener lo hallado… Se explica lo que se celebra esa noche según la fe cristiana, los símbolos que se utilizan…
Pero cuando llega el momento de la paz no hay nada que explicar… Surgen abrazos de todas partes, todo el mundo participa, reímos junt@s... Estamos junt@s.
Luego vendrá la noche de baile, de fotos, de intercambio de teléfonos y direcciones, de preguntas y sueños sobre el futuro…
Como decía la canción: “Todos vamos en el mismo barco, todos somos del mismo barro”.
El reto que se nos presenta es si realmente estamos dispuest@s a ir en su mismo barco. Porque ya sabemos que se trata de una patera con amenaza constante de naufragio. Ell@s ya lo han arriesgado todo. ¿Nosotr@s estamos dispuestos?
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