Esta mañana, mientras íbamos en coche a la sierra, escuchábamos de nuevo a Joao Alfonso, no sé ni siquiera cual de sus discos, porque todos son tan deliciosos que no sé distinguirlos. Intenté hacer memoria para saber cómo le había conocido, quién me había hablado de él, dónde había encontrado una señal para asomarme a sus obras. Y el caso es que no me acuerdo, no sé como, porque al mismo tiempo nadie parece conocerle en mi círculo cercano y sus discos no son fáciles de encontrar...
Pero a fin de cuentas, quizás por una de esas "casualidades" que llenan la vida de color y sabor, lo importante es que su música ha llegado hasta mi. Podría tratar de describirla, pero creo que no merece la pena más que invitar a escucharle y dejarse acariciar. Entonces es cuando uno descubre que lo demás, sobra.
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