lunes, 14 de diciembre de 2009

Debatiendo sobre el trabajo social


En Diagonal, desde hace unos meses vienen publicando diferentes reflexiones y opiniones sobre el papel del trabajo social hoy en día. Merece la pena asomarse a pensar un poco en el enfoque desde el que se está trabajando en este campo, y las posibilidades de transformación social desde el mismo.

En concreto, el último artículo aporta, en mi opinión, claves muy interesantes. Copio algunas de ellas y os dejo acá el enlace para quién quiera leer el artículo entero: "Más allá de las buenas intenciones"


" (...) quizá uno de los rasgos más importantes del gobierno de lo social, en el neoliberalismo, es que su función pasa cada vez menos por garantizar una teórica redistribución de los recursos existentes para corregir –parcialmente– las asimetrías generadas por el modelo económico y ofrecer cierta protección contra el riesgo a las poblaciones trabajadoras. Por el contrario, los dispositivos de gobierno neoliberales se orientan más a una gestión de las poblaciones que toma la desigualdad, no como algo a eliminar, sino a gestionar. Se limitan cada vez más claramente a localizar y acotar los puntos de inestabilidad y asegurar, de esta forma, que los problemas sociales, aunque existan, no rebasen los ‘límites tolerables’ y se extiendan al conjunto de la sociedad. Dentro de esta nueva lógica, las funciones de los profesionales de lo social se ven necesariamente alteradas: el monitoreo continuo de la realidad, la detección de problemas, y la contención de los mismos pasan a convertirse en tareas prioritarias."
(...)
"El trabajador se convierte así en juez, controlador y vigilante de la vida del otro, lo que impide la creación de relaciones horizontales entre unos y otros. Máxime, si se tiene en cuenta que esta dinámica de control obliga al ‘otro’ a desplegar estrategias para defender sus intereses: no son pocos los que se ven abocados a recurrir a la picaresca y el engaño, lo que acaba derivando en una sensación de alerta y desconfianza continua de los trabajadores que dificulta aún más la construcción de una relación entre iguales."
(...)
"cuando la definición y la solución de los problemas que tiene un determinado cuerpo social dependen de un técnico –en la mayoría de los casos externo en el sentido más amplio y profundo de la palabra: por formación y biografía, por clase social, porque los saberes que maneja son ajenos y se han formalizado en otro terreno, con otras prioridades y problemas–, se expropia a la población de la posibilidad de definir sus problemas y ser parte de sus soluciones. Y, en consecuencia, por más que se la ‘dinamice’, invite a ‘participar’ y dar su ‘opinión’, en la medida en que no tiene posibilidad de decidir los quiénes, los cómos, los cuándos, los dineros, ni, sobre todo, el sentido de esa ‘activación’ que se le propone, acaba estableciendo una relación de consumodelegación con los dispositivos/servicios/dinámicas que se le ofrecen, de la que luego, el trabajador- técnico se lamentará, sin darse cuenta tal vez de que él mismo es parte del problema.
Con todo, muchos dispositivos y recursos de lo social no dejan de ser un punto de contacto entre diferentes sociedades cada vez más segregadas. Por ejemplo, frente a las brechas que genera la Ley de Extranjería entre autóctonos e inmigrantes con diferentes estatus, los trabajadores de los dispositivos de intervención con inmigrantes son de los pocos que ven, día a día, con sus propios ojos, los brutales efectos que la política de fronteras tiene. Así pues, la pregunta clave no es tanto control vs. transformación, sino cómo es posible potenciar la capacidad crítica y rebelde desde este punto de contacto tan problemático y cargado de tensiones. Y qué hacer con ella, hacia dónde dirigirla para alumbrar mundos mejores."



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