Nunca la ciudad había estado tan vacía,
tan encerrada en si misma,
tan aislada de mí.
Llego en silencio,
transito sus calles,
contemplo en la distancia
su danza, ahora ajena,
callada al fin la música.
Cerrada. Aislada. Muerta.
En la distancia
late aún la vida.
Lejos, muy lejos,
dentro, muy dentro,
se abre el misterio,
se lanzan mil notas,
se rompen los cercos.
Así,
mientras penetro en la ciudad cerrada,
sigo sintiendo en mi seno
la vida que se abre paso.
Punto de fuga.
Puerta al milagro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario