Pasó el 29-S, el día de la huelga general que convocaron algunos cuyas intenciones no terminaban de estar claras frente a un gobierno que pinta poco en lo que está pasando en estos tiempos que corren (y que no parece que tenga ganas de tener un papel más protagonista), pero que muchos de l@s que no fueron a trabajar o salieron a la calle no tuvieron más opción que secundar para poder expresar su descontento, su rabia, su cabreo, su frustración y protestar en compañía ahora que todo pinta tan negro.
¿Y ahora qué? ¿Ya pasó? ¿O seguimos buscando canales que permitan enfrentarnos a la realidad con dignidad y esperanza?
¿Es tiempo de negociar? ¿O quizás es tiempo de construir nuevos caminos, nuevas alternativas, de buscar a l@s que siempre se quedan fuera, a l@s que no trabajan en unas condiciones que permitan ejercer este tipo (u otro) de derechos?
¿Se trata sólo del trabajo? ¿O hay otras dimensiones de nuestra vida amenazadas de forma directa por toda la dinámica "crisiana" puesta en marcha?
El 29-S no deja de ser un día más, en el que algun@s hicimos huelga y protestamos en la medida en que pudimos. Lo que haya cambiado esta acción, sólo lo sabemos nosotr@s. Porque es en el terreno cercano, con el pie a tierra, donde se pueden producir las transformaciones reales e iniciar nuevos caminos. Lo otro, lo que sale de boca de políticos y grandes sindicalistas, no deja de ser parte de una función lejana en la que nadie nos ha invitado a participar.
1 comentario:
Es un poco eso, demasiadas preguntas que no sabemos responder, demasiado hastío por la clase política sea de donde sea (incluídos sindicatos, también politizados), demasiado posicionamiento obligado (si vas a la huelga apoyas a los sindicatos, si no, al gobierno), demasiado...enfin. Buena entrada Dani.
Publicar un comentario