Tras haber oído durante esta semana desde diversos medios hablar de la evaluación de los Objetivos del Milenio fijados de cara al 2015, me resulta inquietante asomarme a al información que ofrecen en Diagonal sobre el llamamiento cada vez más intenso a la empresa privada para que se involucre en este campo, con el apoyo de varias ONGs, obviando los constantes ejemplos ofrecidos por esta como causante de empobrecimiento y destrucción de recursos naturales y humanos.
Efectivamente, todos tenemos que involucrarnos en la esta lucha por un mundo más justo, pero a través de un compromiso global y transformador. El objetivo debe ser claro y preciso: acabar con la pobreza. Y eso no es compatible con generar nuevos mercados, nuevos consumos, nuevas ganancias. Este modelo ya hace tiempo que demostró que sólo genera sufrimiento y desigualdad. Y no basta con maquillarlo.
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