La reciente publicación del Informe de Desarrollo Humano del PNUD da para muchas visiones, aunque la visión localista mayoritaria no vaya más allá de mirar en cada lugar su propio ombligo para localizarse en la lista y ver si han avanzado o no respecto a informes pasados, como si eso fuera lo único importante.
En general se celebra el tremendo avance que se ha experimentado a nivel global durante los últimos cuarenta años. De hecho la propia web de la institución remarca que "La gente hoy es más sana, acaudalada y educada".
Sin embargo, algun@s se empeñan en no dejarse llevar por el triunfalismo y mirar la letra pequeña. Y así aparece una noticia en Público que se empeña en dar la vuelta a la tortilla, hablando de que el informe también recoge el aumento de la desigualdad en todo el mundo, de manera más sangrante en América Latina. Esto supone que el aumento de las diferencias no se reduce al dinero que manejan ricos y pobres, sino que también se refleja en el acceso a servicios sanitarios y a la educación, ya que son otras de las variables que incorpora este informe.
Esta diferente mirada remarca una tendencia que parece cronificarse: quedarse en el grueso de los datos, en las medias, en lo general, sin preguntarse cómo están construidas... Se celebra un "desarrollo" global sin detenerse mucho en si se ha construido a partir de un avance compartido entre tod@s o mediante un salto gigantesco de algun@s junto con la eterna quietud de otr@s. Esos "pequeños" detalles constituidos por gente "pequeña".
¿Qué desarrollo? ¿El de quién? ¿A costa de quién?
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