lunes, 22 de noviembre de 2010

Ética de la caricia

Antes de convertirse en el Sr. Líquido, Bauman avanzó a través de los mares del consumo y la postmodernidad en sus muchos libros. Ahora ando sumergido en uno de ellos, Ética Postmoderna, y me ha llamado mucho la atención su apuesta por la "etica de la caricia" y el tacto como el sentido clave para el ser moral. Ahí va algunos fragmentos que tratan de resumir de qué va esto:

"La ética postmoderna es la ética de la caricia. La mano que acaricia siempre se mantiene abierta; nunca se cierra para "asir"; toca sin oprimir, se mueve obedeciendo la forma del cuerpo que acaricia...


(...)


La caricia, la actividad del deseo, no tiene intención de "poseer, capturar, saber";si ése fuera el caso, la caricia apuntaría a aniquilar la alteridad del Otro y, por consiguiente, a su autodestrucción. 


(...)


La caricia y la violación física - reafirmación de la alteridad e invasión de la privacidad del cuerpo - son ambas instancias del tacto. (...) La caricia es un gesto de un cuerpo que se comunica con otro; en sí, desde el inicio, en su "estructura" interna, un acto de invasión, aún cuando sólo sea tentativo y exploratorio. (...) Esta posibilidad de ramificarse a la apropiación y a la violencia (...) es, en última instancia, lo que distingue el tacto (esa unilateralidad pero...) de la vista o el oído (la unilateralidad pura y simple), y por ello podemos construir la "ética del amor" (...) en la capacidad táctil, aunque no en la de ver o escuchar."


Efectivamente, normalmente se habla de la importancia del ver y el escuchar para hacerse responsables, para movilizar conciencias. Sin embargo, el tocar, ese sentido que implica de por sí un diálogo inmediato y un juego de  construcción y de construcción de límites entre el que toca y el tocado, puede ayudar a ir más allá, a pensar otras maneras más reales y adecuadas de plantearse la relación con el otro.

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