Llevaba tiempo queriendo ver la película "También la lluvia", porque me llamaba la atención su propuesta de cruzar el pasado con el presente para ver cómo se siguen reproduciendo dinámicas de explotación y colonización, aparte del potente reparto que la sustenta.
Y, efectivamente, la película no defrauda. Desde el principio me vi traído y llevado por sus diferentes personajes, por cómo encarnan roles tan cercanos, sobre todo dentro del mundo "solidario", "cooperante", "transformador" o cómo lo queramos llamar: desde aquel tan comprometido con su mensaje liberador que hipoteca la realidad que hay a su alrededor en función de éste, a ese otro que no se plantea más que estar dónde está y desde ahí ser coherente, aunque sea con la propia mediocridad; desde los que se dejan llevar por globos sonda llamativos pero asustándose cuando descubren lo que supone avanzar en esa dirección, a aquel que se deja atrapar por las relaciones personales, llevándole más lejos de lo que jamás habría firmado.
Desde este punto de vista, las lecturas son múltiples, y se puede sacar mucho jugo. Desde acá, aplaudimos la propuesta.
Sin embargo, me llamó la atención que dos amigas bolivianas muy comprometidas con los movimientos sociales de su tierra me hablaran hace unas semanas de la película tan mal como lo hicieron. No llegué a entender muy bien qué es lo que les desagradaba tanto, porque además yo todavía no la había visto, pero estaba en relación a la imagen que se reflejaba de los indígenas y de su lucha.
Y aún ahora, tras haberla visto, no termino de saber... Pero sí que me resulta evidente que en esta propuesta la mirada hegemónica sigue sigue siendo la europea, la de nuestro lado. Desde este lado se construye y hacia este mismo lado se enfoca el discurso, quedando el pensamiento y la realidad indígena como mero acompañante de procesos que son los nuestros: la llamada al reconocimiento de los indígenas, la reconstrucción del pasado colonizador, el descubrimiento de la lucha de aquellos que viven en la pobreza... Es a nosotros a los que se dirigen. Pero, ¿dónde quedan, qué esfuerzos se han hecho por comprender y construir el mensaje de la película desde aquellos cuya realidad de exclusión sigue renovándose día a día?
De alguna manera, la película vuelve a proponer que los que estamos en una posición privilegiada, incluso cuando queremos comprometernos con los que sufren, nos miremos el ombligo.
Quizás por eso, desde el otro lado, no se entienda e irrite tanto.
Quizás... Espero respuestas...
1 comentario:
Sólo hay una respuesta posible:
27 de Febrero, Sala de Teatro Social Los Últimos. "¡SolidariDAD!"
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