En el último número de Diagonal aparecen algunas noticias bastante representativas del estado de la cuestión en nuestra sociedad europea. El acoso y derribo al diferente, al que es visto como extranjero (aunque en ocasiones, como ocurre con el pueblo gitano, no lo sea) no se detiene ni ante la historia ni ante el presente.
Así pasa por ejemplo con la demolición del barrio turco de Sulukule (ver fotos), uno de los asentamientos gitanos más antiguos del continente, y con el proceso de invisibilización de aquellos que migran para ganar trabajando la posibilidad de construir un futuro diferente al de la pobreza de los países de los que vienen, como ejemplifica tan bien los países del sur de Europa. En este caso concreto, lo interesante es ver las estrategias de lucha y resistencia de los migrantes, en concreto el grupo de los 300 de Grecia, que tras una huelga de hambre y sed han conseguido poner en jaque al gobierno y ver reconocidas muchas de sus exigencias.
Que no se nos olvide... Por mucho que se pretenda destruir la diferencia, la dignidad termina construyendo nuevas herramientas de supervivencia, aún poniendo en riesgo la individual en función de la colectiva.
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