sábado, 18 de junio de 2011

Contención, con tensión

Tras lo ocurrido en el parlament catalán, se declara unánimemente la necesidad de poner freno a la violencia y se hace un llamamiento a la contención de los manifestantes. No se pueden permitir actos de violencia. De alguna manera eso parece anunciar a bombo y platillo que la violencia está ahí, dentro de estas protestas y manifestaciones, que estas concentraciones de gentes diversas pueden ser germen de algo de lo que hay que protegerse. Y por si queda alguna duda, se le pone el cartel de kale borroca y santas pascuas, operación publicitaria acabada.

Y, sin embargo, si algo se ha demostrado hasta ahora, es la apuesta clara por la paz que se está haciendo desde hace un mes en las calles. Porque la paz no es la mera ausencia de conflictos, sino que se asienta de manera necesaria sobre la justicia, sobre la seguridad, sobre la confianza...

Por eso, la verdadera amenaza para la paz no viene de las calles, sino de las instituciones en las que, como el parlament, se violenta la posibilidad de la paz mediante recortes de derechos, mediante el desarrollo de la precariedad vital a todos los niveles, mediante la mentira y la ocultación de información. Una frase coreada en algunas concentraciones, "La paz social se va acabar", se puede entender como amenaza, pero también como diagnóstico que parte de los que son constantemente amenazados en su vida cotidiana.

Los encuentros y movilizaciones que se están dando apuntan en esta dirección de lucha por los derechos, por vida digna. Por eso tienen tanto que ver con  la paz, por eso son denuncia de la violencia del sistema. Sistema que se retrata a sí mismo en las palabras de Artur Mas justificando la violencia institucional en defensa de sí mismo. Es absurdo mantener este discurso y al mismo tiempo pretender criminalizar a los que se está amenazando: los amenazados amenazantes.El problema es que la política actual hace tiempo que renunció a dejar fuera lo absurdo, y lo ha convertido en uno de sus ejes principales.

Algo parecido ocurre si miramos a los que viven en situación de pobreza y exclusión, que normalmente son acusados de ser un peligro para la sociedad, de ser criminales en potencia a los que hay que mantener a raya mediante una equilibrada mezcla de asistencialismo y control. Incluso a veces se utiliza este discurso para justificar políticas sociales, en plan "O hacemos esto o si no se rebelarán". Así, aquellos que sufren la violencia estructural de manera cotidiana hasta extremos que a otros nos cuesta imaginar terminan siendo señalados como amenazas, como fuente de violencia. Se dejan así de lado los esfuerzos constantes que hacen en su vida, en su entorno, por construir la paz, por mantener el equilibrio en medio del torbellino al que se ven arrastrados. Así, por ejemplo, la familia que mientras es desalojada recibe la amenaza de la policía diciéndole que si ella o algún vecino protesta las consecuencias las pagarán ellos, los expulsados (sabiendo que el mayor miedo de los padres es que les retiren a sus hijos por ya no tener una vivienda), finalmente asume que frente a este discurso de miedo y control es necesario seguir juntos, hacer fuerza común, porque desde ahí podrá nacer la paz futura.

La experiencia de muchos de los que se comprometen a lado de estas personas es justamente la de descubrir esta sed de paz que tienen los que viven en la pobreza, y su lucha por construirla en lo cotidiano. Por eso, desde hace tres años se está desarrollando todo un trabajo de investigación en los diferentes lugares donde está presente el Movimiento Cuarto Mundo para poder evidenciar esta realidad, para poder ayudar a entender que los más pobres son fuente de paz, no de violencia. El próximo año se compartirá el resultado de este trabajo. Una buena oportunidad para mirar las cosas de otra manera.

P.D. Unos amigos, educadores sociales en un barrio con graves situaciones de pobreza y exclusión, tuvieron la suerte de poder oír de su jefa cuál era su función: no trabajar con las familias, no ayudar o educar, sino "contener". Una buena redefinición de lo que se les pide a estos profesionales muchas veces: ser "contenedores sociales"

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