viernes, 30 de septiembre de 2011

Sin gobierno se acaba la anarquía

 Interesante la columna de Escolar. El único pero que le pondría es que habla de "la anarquía belga", al no haber gobierno desde hace más de un año. Definición correcta según la primera acepción de la palabra según la RAE


1. f. Ausencia de poder público.

2. f. Desconcierto, incoherencia, barullo.

 
Pero, si nos atenemos a la segunda, ¿no es nuestra situación mucho más anárquica que la belga, al menos a tenor de las decisiones que se van tomando en los últimos meses?


Ventajas de no tener gobierno

 
El milagro belga: mientras el PIB de la zona euro crecerá este año un rácano 1,6% de media y para España se espera menos del 1%, la economía de Bélgica aumentará un 2,4%. ¿Su secreto? Que están sin gobierno desde hace casi un año y medio. Gracias a esta afortunada circunstancia, los belgas se han librado de las tóxicas consecuencias de esos tijeretazos del gasto público que receta Alemania: una poda tan salvaje que está matando la recuperación de la UE. La administración belga, que lleva más de 500 días con un gabinete en funciones, no puede moverse de las líneas económicas trazadas en el presupuesto que se diseñó en 2009. El resultado no ha sido esa plaga bíblica que profetizan aquellos que presentan como indiscutibles los recortes de gasto. Al contrario: Bélgica no sólo crece, sino que su déficit público se ha reducido, gracias a la recuperación de su economía.

La anarquía belga tiene más ventajas: que el Banco Central Europeo (BCE) no tiene a quién enviar una de esas cartas que han recibido Zapatero o Berlusconi. Ayer Il Corriere de la Sera desveló el contenido de la misiva italiana. La carta confirma lo que ya sospechábamos: que la reforma constitucional exprés no fue una idea genial de Zapatero y Rajoy, sino un disco dedicado que pidió Jean Claude Trichet, el presidente del BCE, a cambio de comprar deuda española. La reforma de la Constitución no se hizo para “dar confianza a los mercados”, como nos habían contado. La reforma fue la condición que puso Trichet, por orden de Alemania, para salvarnos de unos mercados a los que les importa muy poco lo que diga nuestra carta magna.

Miro a Bélgica con algo de envidia. Ironías de esta crisis: cuando no tienes Gobierno, es más difícil que te roben la soberanía.

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