La violencia no es tan sólo la agresión directa, por más que sea eso lo que nos venden por un lado y por otro. Igual que la paz no consiste simplemente en la ausencia de golpes. De eso saben mucho l@s que viven en la extrema pobreza, que con frecuencia habitan entornos donde la violencia directa se manifiesta con claridad, pero escondiendo otras muchas violencias que no por ser más silenciosas duelen y hieren menos. Incluso yo diría que al revés, porque frente al golpe recibido la rabia te puede llevar a levantarte y oponerte al adversario que da la cara. Pero frente a la violencia escondida... ¿a qué o quién hacer frente? Ahí se cultiva la impotencia, la rabia, la desesperanza...
De todo esto hablaba este mediodía con Rosa, voluntaria permanente de Cuarto Mundo que está haciendo una investigación sobre la violencia y los más pobres. Y aunque el rato de charla ha sido cortito, de repente me he visto asaltado por diferentes recuerdos, diferentes situaciones, diferentes injusticias y luchas acompañadas en estos últimos años, y creo que merece la pena darme tiempo y espacio para poder profundizar un poco más en ello.
La manera de comprometerme a hacerlo es dejando constancia de la intención de ir, de vez en cuando, pensando, escribiendo y compartiendo a partir de diferentes situaciones de las que he sido testigo. Con ánimo, simplemente, de poder dar testimonio del anhelo de paz que estas familias me han transmitido. Desde el deseo de avanzar más en mi compromiso con ellas y de hacer honor a su esfuerzo cotidiano.
Ahí vamos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario