jueves, 14 de abril de 2011

No basta

"En el otoño de 1611 se proclamó en París la prohibición de la mendicidad, y se ordenó a los forasteros que abandonaran la ciudad, mientras que a los vagabundos locales se les conminó a emprender inmediatamente un trabajo o presentarse en el día fijado en la plaza de Saint Germain, desde donde se les conduciría a los hospicios"


La piedad y la horca: Historia de la miseria
y de la caridad en Europa
Bronislaw Geremek

Aunque con los recortes que ha habido en prestaciones sociales pudiera parecer que el objetivo es que haya más gente viviendo en la calle, parece ser que en realidad estas personas no son muy queridas en las grandes urbes, como ha manifestado hoy Gallardón. Ya lo intentó haciendo cada vez más incómodos sus posibles lugares de alojamiento. Pero ahora hay que ir más allá y hacer un último esfuerzo por quitarles de en medio, que no molesten, por lo menos a los comerciantes, que parece que son los que más se quejan.

Está claro que tener a los pobres a la vista no es buen negocio... Los dispositivos para éstos si pueden serlo, no son muy caros y dan buena imagen, y si no funcionan siempre se podrá culpar a los "usuarios".

Parece mentira cómo nos empeñamos en repetir lo que tantas veces ha demostrado ser un esfuerzo inútil y que sólo conlleva sufrimiento a aquellos que están en una situación más difícil.

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