"En su último informe, publicado hace sólo unas semanas, hay datos económicos y sociales que cuestionan claramente los datos que constantemente se utilizan en los centros que reproducen la sabiduría convencional de España. Así, en el capítulo sobre horas anuales de trabajo por trabajador, España (presentado frecuentemente como un país de gran laxitud e indisciplina laboral) aparece como uno de los países en los que los trabajadores trabajan más horas al año. Concretamente 1.654 horas, muy por encima del promedio de los países de la OCDE, 1.628 horas.
Otra sorpresa es el indicador que contradice otro elemento de la sabiduría convencional que habla constantemente del escaso crecimiento de la productividad como causa de la escasa recuperación económica española. El informe señala que el crecimiento de la productividad en España durante el periodo 2007-2009 fue el mayor (5,4%) de los países de la OCDE, cuyo promedio fue de -1,1%.
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Es también interesante analizar los salarios. España tiene los más bajos de la OCDE (junto con Grecia y Portugal). Su compensación salarial por hora en la manufactura (cuyos trabajadores son los mejor pagados en cualquier país) es sólo el 85% del de EEUU. La mayoría de los países de la UE-15 están muy por encima de EEUU (Dinamarca 172%, Suecia 147%, Noruega 197%, Alemania 153% o Austria 144%). Tales datos muestran que no pueden justificarse los bajos salarios de España recurriendo al argumento de una supuesta baja productividad. En realidad, España no está a la cola de la productividad de la OCDE. Sí que está, en cambio, a la cola de los salarios. En realidad, el nivel salarial responde más a causas políticas que a causas económicas. Así, la variable que tiene un gran poder determinante del nivel salarial (y también, por cierto, de la actividad redistribuidora del Estado) es el poder sindical. A mayor poder sindical, mayores salarios, menores desigualdades y mayor productividad.
Otro dato de gran interés es que, en el análisis del sector público, el informe señala que España es uno de los estados menos redistributivos. El indicador que el informe utiliza para medir la capacidad redistributiva del Estado es el porcentaje de la población en situación de pobreza antes y después de las intervenciones del Estado. El Estado, a través de impuestos, por un lado, y las transferencias públicas, por el otro, afecta a la distribución de la renta de un país. Pues bien, España es uno de los países donde el Estado tiene menos impacto en la reducción de la pobreza. Esta pasa de ser el 17,6% de la población, antes de que intervenga el Estado, a un 14,1%, sólo 3,5 puntos menos. En la gran mayoría de países, la reducción es mucho mayor. EEUU, uno de los países con mayores desigualdades, reduce la pobreza 9,2 puntos, más del doble que España. Y si vamos a países de tradición socialdemócrata como Suecia, vemos que la reducción de la pobreza es de 21,4 puntos. España, repito, sólo 3,5 puntos. Esto quiere decir que los impuestos son muy regresivos y las transferencias públicas muy escasas.
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Noruega es el país del mundo con mayor productividad, y también uno en los que su Estado tiene mayor impacto redistributivo. Esto cuestiona el dogma neoliberal según el cual la eficiencia económica requiere inequidad.
Lo que también llama la atención son los datos sobre igualdad de oportunidades medida por la tasa de movilidad vertical (de padres a hijos) entre generaciones. España, junto con Italia, Irlanda y EEUU, es uno de los países que tiene menos movilidad social. El sistema educativo tiene escaso impacto en igualar las oportunidades de las distintas generaciones. Esto está relacionado con el sistema educativo dual con las clases pudientes enviando sus hijos a la escuela privada, y las clases trabajadoras y medias enviando sus hijos a la escuela pública. En estos países, los hijos de la clase trabajadora lo tienen más difícil para alcanzar niveles de clases de renta superior. Y ahí termina la fotografía –no muy halagadora– de la situación de la clase trabajadora en España."
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