Cambio de año, cambio de paso...
Estos últimos años han sido de inmersión y aprendizaje en el mundo sanitario. Los he disfrutado todo lo que he podido, y me han permitido encontrarme con personas realmente valiosas, con relaciones que espero saber cuidar. Pero ahora, con todo lo asimilado e incorporado, es tiempo de retomar de nuevo los pasos que apuntan hacia un futuro generado a partir del compromiso de la búsqueda del más pobre y de la oportunidad de construir con el/ella.
Durante cuatro años tuve la oportunidad de ser voluntario permanente del Movimiento Cuarto Mundo. En ese tiempo aprendí mucho, me pregunté y me dejé preguntar por otr@s, tuve la oportunidad de sentirme parte de una dinámica construida entre much@s que se esforzaban por no dejar a nadie fuera, o mejor dicho, porque todo el mundo pudiera estar y aportar desde dentro de una red de apoyo mutuo que trataba de hacer olvidar el aislamiento y la soledad al que condena la miseria.
Ahora siento que es tiempo de volver a retomar este compromiso, esta apuesta. Con miedo e inseguridad, pero al mismo tiempo con la emoción de sentir de nuevo lo apasionante del reto: construir, desde la base, desde lo cotidiano, un mundo sin exclusión, sin pobreza, sin miseria; un mundo en el que cada un@ pueda aportar lo mejor de sí mismo, aún a pesar de todas las dificultades y limitaciones que lleve consigo.
Para mí, aunque se suele hablar de "ser" voluntario permanente, como si fuera una identidad fija, en realidad esta apuesta conecta más con la idea de devenir manejada en la filosofía y retomada hace unos años por Deleuze. Frente al ser como identidad definible, encuadrable, fija por lo menos por un tiempo determinado, el devenir como "estar siendo", como proceso, como reflejo del movimiento, de lo que es y deja de ser para poder ir más allá, de lo que se transforma a cada paso, de lo que pasa de lo mayoritario, del poder, a lo minoritario, al anti-poder.
Creo que así se puede ser más fiel a este colectivo con vocación no de institución ni de organización, sino de Movimiento (Cuarto Mundo).
Porque para mí devenir voluntario permanente es apostar por caminar interrogándose por cómo vivir, compartir y trabajar de manera que se pueda dar respuesta a la desigualdad e injusticia del mundo sin caer en luchas de poder que sólo dan la vuelta a la situación sin cambiar la dinámica en juego; apostar por la unión y el apoyo mutuo para hacer frente a las dificultades que surjan en este proceso; apostar por estar dispuesto a pensar y construir con otr@s, buscando y creando los medios necesarios para que esto sea posible; apostar, en definitiva, por enfrentar la incertidumbre de tratar de crear un mañana abierto y esperanzador a partir de un presente compartido encerrado en la realidad sufriente.
En la Asamblea General de Voluntarios Permanentes de 2009 se acordó un texto que recoge las claves de este compromiso. No tiene desperdicio, pero de todo él, ahora mismo resaltan para mí estos párrafos:
"A través de su presencia en las comunidades y lugares donde los miembros más marginados de nuestras sociedades se ven obligados a buscar refugio, los voluntarios permanentes tejen relaciones duraderas que se basan en la confianza mutua y el respeto. Dichas relaciones son una fuente de transformación mutua que impulsa reflexiones nuevas y proyectos en común. La identidad del voluntariado permanente se construye sobre esta voluntad de reconocer, comprender y dejarse transformar por la vida de millones de seres humanos que no tienen otra elección más que la de tratar de resistir a las peores consecuencias de la pobreza.
(...)
Unirse al voluntariado permanente es una oportunidad de inventar con otros un estilo de vida que desafía las desigualdades, las ideas tradicionales de organización jerárquica y una sociedad basada en el consumo excesivo."
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