lunes, 13 de diciembre de 2010

Segunda vuelta

Dos años después de la "Directiva de la verguenza", el parlamento europeo se dispone a decidir si ahondar en la discriminación hacia l@s trabajador@s extranjer@s. Merece la pena leer lo que publican al respecto l@s compañer@s de Serpal.

Envío de SERPAL Nº 430 - 10


Dirigentes europeos preparan otro golpe continental 
a los derechos sociales y condiciones laborales.


Estimados amigos,

     Mientras los pueblos padecen la crisis y las clases dirigentes gobiernan pensando exclusivamente en los bancos y en las grandes corporaciones y no en los ciudadanos,  el Parlamento Europeo incuba una nueva directiva para recortar derechos a los inmigrantes, y "de paso", provocar también la caída de salarios y condiciones laborales de los "nacionales". La gravedad de la medida que afectaría a todos los países de la Unión Europea se suma a las situaciones dramáticas que viven amplios sectores sociales afectados por bajos salarios, cada vez peores condiciones laborales o directamente la desocupación, reducción o desaparición de ayudas sociales, más la asfixia de las hipotecas tramposas -toleradas y alentadas por el sistema - que se han convertido en un túnel sin salida para millares de familias.

    El horizonte europeo es más que preocupante. La inacción popular se transforma en retrocesos continuos. La pretensión de "cambiar" a través de votar diferentes opciones electorales es un acto ilusorio, ya que la oferta de posibilidades son variantes de una misma política domesticada por los mercados y los grupos de poder económico y financiero. De ello, poco a poco, son conscientes todos los ciudadanos europeos. Pero de momento se sigue aceptando con resignación el vendaval de medidas neoliberales, la corrupción y la pérdida de derechos como una fatalidad. No es así. Hay causales y responsables de esta situación. Son precisamente la voracidad de las corporaciones, y las clases dirigentes. La respuesta no está en ellos. Está en nosotros y en nuestra capacidad de resistencia y organización. Una sociedad y un mundo más justo es posible, pero no lo harán ellos. Lo tendrán que hacer los pueblos.

   Redacción de SERPAL
   Servicio de Prensa Alternativa.

El Parlamento europeo discute hoy y votará mañana una nueva directiva sobre residencia y trabajo para los inmigrantes. El proyecto originado en el Grupo Popular Europeo, que agrupa a los partidos conservadores y democristianos europeos propone una "vuelta de tuerca" sobre la llamada "directiva de la vergüenza" aprobada en junio del 2008, que bajo la excusa de "combatir la inmigración ilegal" diseña un marco legal discriminatorio para los trabajadores de países ajenos a la U.Europea.
  
        Los textos mencionan la necesidad de una política global de los países del continente en materia de inmigración, e incluso citan la necesidad de que "la Unión Europea debe garantizar un trato justo a los nacionales de terceros países que residen legalmente en el territorio de sus estados miembros."  Pero según la denuncia de otros parlamentarios europeos, como el socialista español Alejandro Cercas, en realidad el "permiso único" nos coloca "ante un nuevo tipo de esclavitud moderna". Otros, han explicado que uno de las intenciones más graves, es la pretensión de que a los trabajadores inmigrantes se les apliquen las normas laborales de sus países de origen. Esta posibilidad no solo implicaría una discriminación flagrante del derecho laboral creando espacios donde a igual trabajo y responsabilidad le corresponderían desiguales condiciones según el origen nacional del trabajador.

        De prosperar la iniciativa de los conservadores y democristianos cuya ponente es la euro-diputada Veronique Mathieu (pertenece al partido de Sarkoszy), una vez más no se estaría legislando para los ciudadanos, sino para las grandes corporaciones y empresas, directas beneficiarias de una mano de obra barata, sumisa y con derechos recortados.
El eurodiputado Claude Morales advierte incluso que "muchas compañías, verán más conveniente trasladar sus sedes a países como Marruecos o Turquía y desplazar después a los trabajadores de esos países a sus sucursales en la Unión Europea para evitar tener que darles los mismos derechos que tienen los europeos".

        El Grupo Popular Europeo, impulsor de esta normativa, está integrado -entre otros- por representantes de la Unión Cristiano Demócrata de Alemania ( Merkel) , el Partido Popular Austríaco, la Unión por un Movimiento Popular de Francia (Sarkoszy) , la Unión Cristiano Demócrata checa,  de la coalición de partidos italianos que lidera Silvio Berlusconi, entre ellos Froza Italia y Alianza Nacional, o el Partido Popular y la Unión Democrática de Catalunya por España.

        El europarlamentario Alejandro Cercas, en declaraciones formuladas hoy en la prensa española afirma que "a los impulsores de estas políticas no les escandaliza que los salarios vayan a la baja porque dicen que con esto aumentan la competitividad. Europa se ha rendido ante la globalización. Se está rompiendo el contrato social que es la base de la Unión Europea. Si cae la Europa social, cae también Europa."  Es así, la ideología neoliberal que impone el recorte de derechos, avanza por todas partes. Una oportuna y sincera reflexión del parlamentario español, ya que su propio partido socialista (PSOE, actualmente en el gobierno) ha ido resignando principios históricos y adoptando medidas auspiciadas por partidos derechistas.

        La norma del Grupo Popular Europeo recorta disposiciones de la Convención del Consejo de Europa sobre trabajadores inmigrantes de 1977 en lo que se refiere a trabajo, seguridad social y vivienda, una convención que ha sido ratificada y está en vigor en varios países europeos, entre ellos España, Francia, Italia, Holanda, Noruega o Suecia.
       
       La nueva directiva significaría un retroceso importante de la protección efectiva de los derechos humanos en Europa, consolidaría diferentes categorías de sus ciudadanos, provocaría una mayor caída de los salarios y alentaría la confrontación entre "nacionales" y "extranjeros", excelente caldo de cultivo para los grupos de ultraderecha que ya no disimulan que su única bandera política de enganche es la xenofobia, disfrazada de "primero lo nuestro" que viene a ser "primero nosotros". Señalar al inmigrante o al extranjero como "chivo expiatorio" de la crisis estructural del capitalismo, es su único programa electoral. Y de paso, se oculta a los verdaderos responsables de la crisis: los mercados financieros, el sistema bancario especulador, y las corporaciones que concentran cada vez más el poder y control económico en el planeta.

       Como bien señalaba la profesora y economista catalana Angels Martínez i Castells haciendo referencia a este proyecto del parlamento europeo: "cada vez es más evidente que no puede separarse la deriva neoliberal de las políticas monetarias y financieras de la Unión Europea con la progresiva desaparición de la Europa democrática y social que tantas justificaciones brindó a una Europa regida por los intereses globalizadores de producción y comercialización de las grandes industrias. Si seguimos el camino de privar de derechos a las personas - ahora a las inmigradas - dejará de tener sentido preguntarse dónde va Europa. Lo sabremos con total certeza: Europa se encamina al abismo."

       El pronóstico no es exagerado ni catastrofista. Hace años que desde diversos sectores de la sociedad venimos señalando esta deriva que nos aleja cada dia más de un mundo viable, donde la razón y la justicia prevalezcan sobre la desbocada avaricia de poder y control de grupos minoritarios que alientan esta perversa globalización excluyente, discriminadora y asesina. Ya no basta el descrédito creciente hacia la clase política. Dejarles hacer significa ceder nuestro futuro y el de nuestros hijos y nietos. No les importan los "votos de castigo", ni la indiferencia, ni las abstenciones, ni los votos en blanco.

   Solo la implicación activa de los ciudadanos, de la sociedad civil a través de sus movimientos, corrientes u organizaciones de base puede ofrecer resistencia y cambiar este rumbo trágico que nos quieren imponer.
  
*  Carlos Iaquinandi Castro, redacción de SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa.



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