Eras pequeña, levantando pocos palmos del suelo, cuando comenzaste a participar en las bibliotecas de calle que se organizaban en tu barrio. Así, a través de los libros, conseguías ir más allá de la realidad embarrada del barrio de chabolas en el que vivías. Cada libro era una propuesta, una aventura, un mundo por descubrir y saborear...
Los años fueron pasando, y tu realidad cambió al ser realojada en piso. No es que las cosas fueran más fáciles, simplemente diferentes. Ya no había goteras en la casa, pero si vecinos que señalaban a tu familia como diferente, culpable de los males que sufría y de paso de algunos de los demás.
Lo que no cambió fue tu ilusión al agarrar cada semana un libro entre tus manos para lanzarte a ese viaje placentero que te ofrecía cada cuento, cada historia.
Y así fuiste creciendo... Los libros se fueron cerrando, pero se abrió el espacio para poder hablar, preguntar, curiosear, compartir con aquellos voluntari@s que iban cada semana a tu barrio. Otras vidas, otras gentes de otros mundos diferentes del tuyo, y tu entregada a la tarea de descubrir cada rincón de éstos, de explorar, de ir más allá...
Hoy te vuelvo a encontrar, muchos años después. Ya convertida en mujer me cuentas que has conseguido cumplir muchos de tus sueños: viajar en barco, en avión, en globo, visitar media España, viajar por Marruecos... Sueñas ahora con ir a Francia, con hacer el petate y marcharte para allá, a investigar, a conocer...
No es lo que uno se espera de una chica gitana de veinte años, cuya madre reconoce que hace unos años no sabía ni siquiera ir a comprar a una tienda, pero cuyo proceso de crecimiento y lucha posterior ha dejado una honda huella en su hija. Tu madre te ha enseñado que es posible avanzar persiguiendo sueños, pese a las dificultades, por muy grandes que éstas sean.
Y tu sueño es viajar, conocer, moverte... Me dices que no sabes de dónde te ha surgido esta idea, esta pasión, que quizás fue una conversación con algún voluntario hace unos años. Y yo no puedo evitar recordar, y recordando encuentro a esa niña que desde pequeña, desde muy pequeña, no paró de viajar. A través de libros, a través de dibujos, a través de diálogos...
Siempre estuviste en camino. Y ahí sigues, en marcha, en tu viaje apasionado.
Gracias por compartirlo con nosotros, L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario