Ayer por la noche, llevados por la marea que cada vez agita más la Puerta del Sol y tantos otros espacios y lugares comunes, resultaba emocionante verse inmerso entre tanta gente que por fin ha encontrado un canal para manifestar sus deseos de cambio y, al mismo tiempo, dentro del mogollón, de la masa, disfrutar de tantos encuentros fortuitos con amigos, compañeros, conocidos que uno no esperaba ver allí... Era sorprendente esta sensación simultánea de multitud y de encuentro personal con rostros concretos, cercanos, queridos...
Alguien comentó que esto parecía "la plaza del pueblo", es decir, el lugar de encuentro de los vecinos, de los que se conocen, donde se cruzan y entrelazan las vidas, preocupaciones, esperanzas... Porque por más que siempre haya habido instituciones y autoridades que han tratado de marcar el ritmo de la vida de los pueblos, en realidad era en torno a estos espacios comunes, estas "plazas del pueblo", donde se creaba la red que permitía avanzar y retroceder, dialogar y discutir, rozarse, moverse, empujarse... encontrarse, al fin y al cabo.
Desde hace tiempo la política urbanística ha tratado de hacer desaparecer estos espacios, estos lugares vacíos que, precisamente por estar vacíos, invitaban a ser llenados y recreados por las personas, por los vecinos. Ahora no hay espacios vacíos en nuestras ciudades, y los espacios de encuentro han sido sustituídos por espacios de aglomeración en los que consumir, saturados de mensajes, llenos de hombres y mujeres que van de una tienda a otra, donde el contacto persona a persona se reduce al de cliente-empleado y no se intercambia más que dinero y productos.
Y, de repente, en medio de una ciudad como Madrid, surge este espacio, se provoca el movimiento, el encuentro, la palabra. De un día para otro la Puerta del Sol se llena de personas de diferentes condiciones que interaccionan como lo hacen siempre, pero con una diferencia: se miran a los ojos, se hablan, se cuestionan mutuamente... Hablan los mayores, que encuentran oídos para contar sus batallas de lucha juvenil y compartir lo aprendido, hablan los medianos, que comparten la frustración de haber aguantado tanto, hablan los jóvenes, que quieren hacer circular sus sueños... Hablan unos con otros, y de repente somos de nuevo vecinos y nos reconocemos como tales, como miembros de una misma comunidad, jugándonos un destino común. Con mil diferencias entre nosotros, con mil desencuentros y roces, pero también con muchas ganas de abrazar lo que nos une y apoyarnos mutuamente para sentir menos miedo, para sentirnos más capaces.
De la manera más inesperada, la Puerta de Sol se transforma en "la Plaza del Pueblo". ¿Es posible prohibir el encuentro, la charla, el compartir? Llevan tiempo consiguiéndolo, y de nuevo apuestan por ello, pero ahora parece más complicado.
Todo esto sin entrar en el otro significado que tiene el término de "Plaza del Pueblo". De hecho se podría hablar de dos plazas, la "tomada" por el pueblo, por los ciudadanos, robada a las instituciones que pretenden monopolizar el espacio público; y la "creada" por y para el pueblo, el espacio que se construye a partir de encuentros, charlas, abrazos, roces y caricias.
Por eso esta noche, a las 00:05, se propone un grito mudo en la Puerta del Sol. Para hacer patente la necesidad de seguir "creando y tomando plazas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario