sábado, 21 de mayo de 2011

Reflexionando

Aprovechando esta propuesta de tomar el día antes de las elecciones para encontrar espacio para reflexionar, y dado que está visto que hoy por hoy es necesaria la reflexión colectiva (de ahí la pertinencia de permanecer en las plazas, en las calles, de cruzarse todo lo posible), comparto algunas dudas e inquietudes que me han ido acompañando en estos días.

Porque es cierto que el proceso que se ha puesto en marcha genera mucha esperanza, pone en circulación mucha energía y capacidades que ni siquiera sabíamos que estaban tan a mano, abre el futuro al cambio cuando parecía que estaba ya todo escrito. Pero precisamente esta apertura nos enfrenta con la incertidumbre y la necesidad de construir con cuidado y mucha atención nuevas dinámicas que respondan a ese ideal de poner al hombre y a la mujer, al pueblo, en el lugar primordial de la política.

En ese sentido, mucho se ha hablado de que este es un movimiento de jóvenes, sobre todo universitarios, bien formados pero sin futuro. Pero no se ha reflejado tanto la realidad de otros muchos jóvenes sin formación adecuada, en situaciones de riesgo social, sin futuro ni presente al que agarrarse para avanzar.

Tampoco se ha dicho que durante estos días varias personas que habitualmente duermen en la calle se han acercado a compartir cartones con los acampados, y que algunos se han involucrado muy activamente en el proceso. Otros se han hecho presentes en las horas de la comida, generando algunos problemas por pedir demasiadas veces alimentos. De alguna manera, se ha vuelto a repetir la vieja historia del "pobre bueno", que sabe adaptarse, hablar, hacer con otros, y el "pobre malo", que en el mejor de los casos estorba.

Incluir al más pobre. Ese sí que es un reto difícil, aunque necesario si se quiere llevar este proceso hasta el final. ¿Cómo asegurar la participación efectiva de los más excluidos? ¿Cómo evitar que los procesos marchen al ritmo de los más dinámicos, de los que más facilidad tienen para hablar y convencer, de los que más saben? ¿Cómo respetar el ritmo de los más lentos sin que esto descorazone a los demás?

Ahora se lanza la propuesta de extender las asambleas a diferentes barrios y pueblos. Es necesario, efectivamente, salir del espacio ya conquistado para tomar contacto con la realidad concreta de cada lugar. Quizás ahí sea la oportunidad de buscar maneras de cuidar que no dirijan el proceso sólo los líderes vecinales de siempre, sino también aquellos que más dificultades tienen. Porque si no no conseguimos construir procesos realmente comunes, siempre se quedara alguien fuera, y si los demás avanzan y él no, la distancia entre unos y otro será cada vez más difícil de salvar.

No tengo respuestas, la verdad. Pero me guardo las preguntas y las comparto al mismo tiempo, esperando que sirvan para avanzar. Haciendo camino al andar...

P.D. Hablando de extensión, impresiona visitar el mapa de "acampados en el mundo".

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