Antes de que comience el día habitualmente marcado por los discursos triunfalistas de los diferentes partidos que se presentan a las elecciones, ya se ha resuelto el dilema. Pase lo que pase mañana tras el recuento de votos, el recuento de lo vivido, congregado y generado estos días en tantas de nuestras plazas deja un mensaje claro de que hemos ganado.
Hemos ganado en dialogo, en reflexión, en capacidad de encuentro y apertura entre personas y colectivos de diferentes talantes y visiones de la realidad; hemos ganado en claridad, en capacidad de contrastar la palabra que nace de lo humano frente al discurso vacío de los partidos; hemos ganado al descubrir que somos much@s y que podemos aprender un@s de otr@s para llegar más lejos de lo imaginado al apostar por lo común; hemos ganado en confianza y en capacidad de sorprendernos a nosotr@s mism@s; hemos ganado al reafirmar en la práctica el sentido y la eficacia de la lucha noviolenta y la necesidad (y posibilidad) de la autoregulación colectiva; sobre todo, hemos ganado en capacidad de soñar desde lo concreto, de contagiarnos mutuamente la esperanza; en definitiva, hemos ganado la oportunidad de abrir una puerta al futuro, la posibilidad de enfrentarnos al interrogante de cómo poder construirlo junt@s.
Hemos ganado mucho, mucho, l@s que hemos seguido y participado este proceso que, en realidad, no ha hecho más que comenzar.
Porque es mucho lo que queda por ganar todavía. Por un lado, en seguir concretando propuestas que puedan generar cambios, reformas, transformaciones.
Por otro, si de verdad se pretende una revolución verdadera, el reto es mucho mayor: conseguir que otr@s ganen con nosotr@s, l@s que lo tienen más difícil, l@s que se suelen quedar fuera de estos procesos por no ser tan dinámic@s, por no haber tenido acceso a una formación mínima, por haber tenido una vida marcada por la miseria, la exclusión, el rechazo.
La participación de est@s no es fácil. No basta con ofrecer un espacio para acercarse y dar su opinión o echar una mano, porque cuando se está tan machacad@ son muchas las barreras que superar hasta poder hacerse presente en pie de igualdad al lado de otros. Pero es imprescindible asegurar su protagonismo activo en estos procesos si de verdad queremos llegar hasta el final de este esfuerzo revolucionario. Si no, el avance de algun@s,o de much@s, no hará sino aumentar la distancia con l@s que tienen más dificultades, dejandoles cada vez más fuera, más incapaces, más invisibles.
Aprovechando que algunos mensajes hacen referencia a revueltas del pasado frente a sistemas injustos, no está de más recordar que, aunque respecto a la Revolución Francesa se hable normalmente de tres clases sociales (nobleza, clero y tercer estado), ya en ese momento personas como Dufourny de Villiers tuvieron conciencia de la existencia de todo un pueblo que quedaba fuera de esta estructura, el pueblo de los más pobres, y plantearon la necesidad de hacer posible su representación polícia, a través de los Cahiers du Quatrième Ordre.
O volver a hacer presentes las palabras de Joseph Wresinski en el Mayo del 68 francés: " Los estudiantes se expresan sobre los muros, los burgueses, los obreros, todo el mundo dialoga y se expresa. Todos, salvo los más pobres. Por eso es necesario que pasemos cuadernos en los barrios donde viven, para que la gente pueda decir a qué aspiran, que sociedad quieren para mañana ".
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