Otra cita de Peter Pal en su libro Filosofía de la deserción que merece la pena rescatar en estos días:
"El desafío consiste en evitar una concepción excesivamente molar, heroica o voluntarista de la multitud. Puede ser que (incurramos) en esa tentación al localizar la resistencia de la multitud en nombres como Pequín, Los Angeles, Nablus, París o Seúl, a los que quizás podamos sumar Porto Alegre. A decir verdad, esos nombres dicen de las luchas que hicieron y que todavía hacen ruido, incluso en un sentido tradicional; luchas que todos reconocen como lucha, victorias que todos reconocen como victoria. Y tenemos todas las razones para regocijarnos con ellas. No obstante, un joven filósofo se preguntaba recientemente si no habría, incluso en la multitud, resistencias más oscuras, más dubitativas, más sin voz, muchos otros tipos de resistencia cuyo contorno todavía desconocemos."
Ahora a esta lista de nombres se podrán añadir los de muchas plazas españolas. Por eso es importante recordar que hay otras resistencias eclipsadas por las que salen en los titulares, escondidas, oscuras, cotidianas, que no por eso son menos agotadores o dolorosas, ni tampoco menos preñadas de esperanza. Es la resistencias de los pobres, de los locos, de los enfermos, de los despreciados... La resistencia que permite seguir respirando, seguir viviendo, seguir amando pese a todas las dificultades.
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